jueves, 4 de febrero de 2010

LA REPÚBLICA QUE PROPONEMOS (VI)

El quinto pilar sobre el que debe asentarse la tercera República que proponemos es LA AUSTERIDAD, valor netamente republicano y necesariamente inspirador de la actuación de sus instituciones públicas.
Austeridad, entendida como el único modo posible de lograr articular una sociedad basada en el desarrollo sostenible y en equilibrio ecológico con la naturaleza.
La austeridad es la cara opuesta del consumismo, la explotación desaforada de las riquezas naturales y los recursos energéticos, el lujo descarado y la suntuosidad actualmente instalada en todas las esferas de la vida pública y privada al amparo del poderoso marketing al que nos someten continuamente las grandes multinacionales.
Austeridad significa transparencia en las cuentas públicas y combate a la evasión fiscal, revalorización y cuidado de lo público.
La tercera República, pretende convertir la austeridad en eje central sobre la cual, inexorablemente deberán regirse las instituciones públicas y hacia cuyo fin deberán ir siempre encaminadas todas sus actuaciones. Por ese motivo, la autoridad republicana deberá ostentar su legitimidad sobre la base del ejemplo y la virtud.
La tercera República no reparará ningún gasto en garantizar que todos los ciudadanos gocen de alimentos, vivienda, salud y educación; bienes y servicios sobre los que jamás se podrá especular, los cuales siempre deberán serán garantizados por el Estado de forma universal.
Para lograr este modelo de sociedad plena en derechos, la tercera República establecerá como mandato a las administraciones la realización de sus actuaciones de la siguiente forma: sobriedad en lo accesorio y abundancia de recursos bien administrados para las necesidades. La austeridad bien entendida debe ser sinónimo de racionalidad y sintonía entre necesidades sociales y aportaciones presupuestarias y de infraestructuras necesarias.
El concepto de austeridad que proponemos, es absolutamente diferente al recogido en los tratados de Mäastricht y Ámsterdam en los cuales se propugna el denominado Déficit 0. En estos tratados internacionales de claro sesgo neoliberal, no se cuestiona el derroche y el mal gasto de la riqueza de propiedad colectiva, sino que muy por el contrario, marcan como objetivo fundamental la necesidad de dejar de entender como objetivo público prioritario el abastecimiento de las necesidades sociales básicas.
Un primer paso que deben llevar a cabo las instituciones republicanas, debe ser la eliminación de las múltiples partidas de gastos suntuosos que abundan en todos los presupuestos de las diferentes administraciones públicas. Se deberán eliminar al mismo tiempo los cargos institucionales inoperantes o prescindibles y los sueldos de los representantes populares deberán atenerse a criterios de estricta racionalidad, todo lo contrario de lo que sucede actualmente.
Desde las instituciones republicanas, informadas por el principio de la austeridad y empapadas inevitablemente por el poder emancipador de la democracia participativa, se promoverá la creación de una cultura verdaderamente popular, fruto de la participación activa de la ciudadanía. En las fiestas populares, se fomentará la inversión de los roles actuales en los que el espectáculo lo eclipsa todo. El espectáculo debe pasar a segundo plano para dar paso al poderío aplastante de la participación creativa de la ciudadanía.
Para hacer posible que se cumpla este principio, tan necesario para lograr el respeto medioambiental y la garantía de los derechos individuales y sociales, es imprescindible promover desde la escuela pública y transversalmente desde el resto de esferas del Estado, la formación de una conciencia cívica, con la cual se aprenda a valorar lo que es realmente importante para el desarrollo del ser Humano y la sociedad en que este se desarrolla.
La educación, la cultura, los valores ciudadanos y las actitudes de quienes deben ser ejemplos vivientes desde sus responsabilidades pueden lograr una potenciación de esa conciencia.
No hace falta que esperemos a que nazca la tercera República para aplicar este principio. Es más, la tercera Republica tan solo será posible cuando los republicanos tengamos enteramente asimilada la austeridad en nuestra conciencia.

José Mª J. F.
(Publicado en El Insolente Nº 11, página 5)

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